En "El nervio óptico" de María Gainza, más precisamente en la página 12, me encontré con un párrafo que describe, haciendo omisión del caracter ficcional del relato, cómo es ser emprendedor.
¡Y a mí ese fragmento me gustó! Y me resultó tan esclarecedor y motivador a la vez que decidí transcribirlo y compartirlo aquí:
(...) La mujer me escaneó con el mismo estupor con que la noche anterior me había dicho por teléfono que no entendía mi insistencia en ir cuando ella bien podía enseñar las pinturas sola. Yo era directora, secretaria, cadeta y guía en mi empresa, así funcionaban esos tours privados que me mantenían a flote, le había intentado explicar, aunque no con esas palabras. "Está bien, veo que es ambiciosa, la espero a las doce", murmuró ella antes de cortar. Y ahí estaba yo al día siguiente (...)
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